lunes, 19 de noviembre de 2018

La palabra del silencio



                         
              La palabra del silencio


















                       La palabra del silencio


Insinuaron hasta cierto blindaje;
negué todo espíritu no habitado,
estaba muy lejos de semejante exilio,
aunque mi sombra
sollozaba la continuidad de esa última atención
y la mudez no concebida en estómagos solares.
Intenté explicarle, sí,
si un temor completamente atemporal
me encontrara mirando ventanas en gargantas,
éso no, no quería éso.
Lo extraño y más solemne eran mis brazos,
hasta tenían otra forma,
todos los espejos me devolvían lo despiadado,
párpados caídos y la lucidez de ése dolor inmutable.
Todo montado, el espectáculo perfecto
la gran verdad llena de vida
hasta presiento me intuía.
El brebaje, ése cóctel de certezas
me acomodaba inmóvil en cada raíz
en cada tarde,
y supuraban las palabras
y el cielo
pidió clemencia una vez más.



                                    Mariela Pérez Mazzocchi
                                             10/11/2018

El aire del nombre


                   
                            El aire del nombre





















       El aire del nombre


Por unanimidad, incorregible;
trepé bastiones y sudarios en la más terrible etapa,
se apilaron en jaulas, de a cientos,
espejos multiformes;
no era el día,
clamaban por ellos mismos
se asomaban impensados y gentiles
en avalanchas,
con la sola barbaridad del reflejo;
no quisieron ese destino,
huyeron tal como llegaron, pero vestidos.
Jamás hubo delito ni condena,
no podían perpetrar la palabra,
hubieran preferido mutilarse a salvarse en alegres novedades,
sé que es lo que hubiesen elegido,
no entorpecer de mañanas;
creo que el fundamental hallazgo era callar.
En tanto,
simpáticas figuras susurraron hasta tapar de voces
todas las hendiduras,
seguramente no era la intención
pero fue asfixia,
eso dijeron.


                               Mariela Pérez Mazzocchi
                                         06/06/2017

Destino



                               Destino
  












              



                              Destino


Un piano
sólo uno me reconoce
me aguarda en temblores y señas tremendas,
eternas de arenas enquistadas,
en ojos tan abiertos como el plasma,
habitáculo del alma,
en horrores inesperados que desgarraron una parte,
la no concebida
la siempre nacida
la otra,
plena de miradas adentro y su cosmogonía casi sagrada, diría
Un piano cierto y paciente
con la divina encomienda de conservar su nobleza;
ella dijo que no había mucho tiempo,
él igual esperaba.
Un piano llamando escalones,
no tengo idea cuantos
sí de su pendiente y sus curvas,
de mi hálito que se ahonda;
ella me mira con esos ojos que atropellan y acarician
sonríe sabiéndome
y no existen más palabras,
sólo el espíritu del aire
y ésa tan cómplice manera
que quizá otro Agosto
delate el verbo,
el verbo voraz y eterno de la libertad persistente y su ser
de todos los misterios abrazados
del agradecimiento hondo
y un único piano.


                                       Mariela Pérez Mazzocchi
                                               12/08/2018