lunes, 19 de noviembre de 2018

Destino



                               Destino
  












              



                              Destino


Un piano
sólo uno me reconoce
me aguarda en temblores y señas tremendas,
eternas de arenas enquistadas,
en ojos tan abiertos como el plasma,
habitáculo del alma,
en horrores inesperados que desgarraron una parte,
la no concebida
la siempre nacida
la otra,
plena de miradas adentro y su cosmogonía casi sagrada, diría
Un piano cierto y paciente
con la divina encomienda de conservar su nobleza;
ella dijo que no había mucho tiempo,
él igual esperaba.
Un piano llamando escalones,
no tengo idea cuantos
sí de su pendiente y sus curvas,
de mi hálito que se ahonda;
ella me mira con esos ojos que atropellan y acarician
sonríe sabiéndome
y no existen más palabras,
sólo el espíritu del aire
y ésa tan cómplice manera
que quizá otro Agosto
delate el verbo,
el verbo voraz y eterno de la libertad persistente y su ser
de todos los misterios abrazados
del agradecimiento hondo
y un único piano.


                                       Mariela Pérez Mazzocchi
                                               12/08/2018


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